Es muy común escucharnos a los docentes decir: "Estos niños no están acostumbrados a hacer tal o cual cosa..." y nos pasamos el curso con determinadas prácticas repetitivas para que las incorporen y las fijen (cantos, palmas, premios, prohibiciones...) que no siempre suelen ser efectivas, y que terminan provocándonos frustración a lo largo del año escolar, o que nos hacen trasladar la responsabilidad a las familias, a los medios de comunicación, a la sociedad.
Estas afirmaciones tiene mucho de cierto, pero debemos tener presente que la escuela tiene que dar respuesta a los problemas de la vida, entonces no debemos bajar los brazos, sino analizar nuestras prácticas cotidianas como "la fijación de hábitos". Reflexionar sobre nuestra experiencia tal vez nos permita tener otra visión y vislumbrar distintas alternativas para abordar este verdadero conflicto educativo que a todos nos preocupa.
Nuestra propuesta tenderá a ofrecer espacios que permitan afrontar la resolución de sus propios conflictos, y donde nuestra intervención como modelo adulto adquirirá un papel fundamental, pues sabemos que el niño/a a esta edad aprende en gran medida mediante la observación y la imitación.
Cuando nuestra postura responde a un obedecer automático o a emplear el sistema de recompensas y castigos, nuestros niños serán dependientes y actuarán en función de la consecuencia final sin reflexionar sobre los hechos.
Un maestro/a que contribuye al proceso de autonomía organiza espacios de debate donde se respeta la postura individual y grupal, genera confianza y sienta, de esta manera, las bases de una sana convivencia y de un comportamiento responsable.
BUENOS MODALES
Es de niños educados,
aquí y en todo lugar,
saludar amablemente
al salir o al entrar.
Si hablamos todos juntos
es difícil conversar.
Mejor lo hacemos de uno en uno,
si otro habla, ¡a escuchar!
¡Permiso! ¡Muy buenas tardes!
¡Muchas gracias! ¡Por favor!
Practicar buenos modales,
ser amables, es mejor.
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