La metodología didáctica, es el
conjunto de decisiones que organiza la actividad escolar. Consistirá por tanto
en un proceso de selección de estrategias y formas de actuación que nos responderán
a la pregunta de ¿Cómo enseñar a nuestros alumnos?
Para todos aquellos que habitualmente compartimos
experiencias, actividades y procedimientos con alumnos/as de educación
Infantil, se nos hace habitual una organización de las tareas diarias basada en
juegos.
¿Pero en qué radica la
importancia del juego en la Educación Infantil?
Huizinga, nos dice, que la
actividad de jugar es tan antigua como la humanidad, así las comunidades
primitivas celebraban sus ritos y misterios sencillamente en forma de juegos.
En la decoración de los templos funerarios egipcios se observan niños que
saltan por encima de una hilera de jugadores, o formando una ronda alrededor de
un compañero.
Paulette Lequeux nos describe
como en las tumbas se han encontrado trompos, pelotas y otros objetos de juego.
En las pinturas de vasijas griegas podemos ver niños y niñas jugando a la
rayuela, columpiándose, jugando al escondite, etc. El columpio y el yoyo han
representado al ave desde la antigüedad más remota en las fiestas de la fecundidad
y de la primavera.
A lo largo de los siglos las
creencias han ido evolucionando, desapareciendo o perdiéndose en la memoria de
los tiempos, pero el juego ha perdurado, convirtiendo a los niños en los
depositarios de las costumbres más ancestrales.
Huizinga nos llega a decir que
la CULTURA, en sus fases primordiales es juego, y se desarrolla en el juego y
como juego. Y sólo a medida que la cultura se desarrolla, el elemento lúdico va
deslizándose al fondo, cristalizando esta en el saber, la poesía, la música, la
danza...
Será por ello que la forma de actividad esencial de
un niño sano consiste en el juego. Jugando, el niño o la niña toma conciencia
de lo real, se implica en la acción, elabora su razonamiento, su juicio, a
través del juego expulsa y domina sus miedos, sus angustias, sus temores y
problemas internos, en definitiva mediante el juego el niño aprende a vivir y
ensaya la forma de actuar en el mundo.
El niño estaría jugando todo el
día si fuese posible, ellos quieren jugar, y los educadores de infantil debemos
establecer las condiciones más óptimas para que puedan jugar, y deben jugar la
mayor parte de su permanencia en la escuela, porque no se puede hablar de juego
sin hablar de aprendizaje. Ya que incluso los aprendizajes considerados por los
adultos como serios, se pueden desarrollar como juegos, porque en estas edades
no hay ninguna oposición entre juego y trabajo. Ya los psicólogos empíricos
definían el juego como la expresión de una capacidad madura de la imaginación,
y argumentaban que para el niño, pintar, modelar, dibujar, no son trabajos sino
juegos. Y grandes pedagogos como Rousseau y Comenio han afirmado que el juego
es el método más eficaz de aprendizaje.
Los valores del juego son muchos y muy importantes:
• El juego es un acto social. Los niños jugando generan
amistad, y conductas que les unen a otros niños.
• Favorece la responsabilidad: Al jugar establece reglas y
limitaciones.
• Favorece la
curiosidad y el deseo de experimentar con objetos.
• Ayuda a la
superación de la agresividad y la frustración.
• Desarrolla el
lenguaje en todos sus niveles.
• Desarrolla la
autonomía: El propio niño establece las condiciones de juego y los códigos de
conducta.
• A través de ellos
integra progresivamente normas de orden derivadas de las conductas de recoger
los juguetes.
• A través de los juegos psicomotrices desarrolla el
equilibrio, controla y coordina los sentidos y el propio cuerpo.
• A través del juego y con materiales apropiados, se
adquieren los primeros conceptos matemáticos, tales como la conservación de la
cantidad, las nociones numéricas, las relaciones causa-efecto...
Resumiendo, mediante el juego el
niño desarrolla su imaginación, el razonamiento la observación, la asociación y
comparación, su capacidad de comprensión, expresión y de relación. la
motricidad, los sentidos, las facultades intelectuales y la adquisición de
hábitos sociales y de cuidado de sí mismo, contribuyendo como ninguna otra
actividad a su formación integral.
Pocas veces, como ocurre con los
juegos, se cumplen tan cabalmente las condiciones exigidas por la verdadera
actividad didáctica. Marginar el juego es privar a la educación de uno de sus
instrumentos más eficaces. Se debe emplear éste como recurso metodológico
básico, incorporándolo como génesis de la motivación para los aprendizajes y
como forma de favorecer aprendizajes significativos.
En la escuela utilizaremos todo
tipo de juegos: juegos de ejercicio o motrices, simbólicos, de construcción, de
reglas, juegos matemáticos, musicales, dramatizaciones, que permitan el
desarrollo de las diferentes inteligencias: lingüística, física, matemática,
espacial, musical... Y por supuesto que permita el trabajo de forma individual
y colectiva.
El jugar lleva aparejado casi
siempre el uso de juguetes y material lúdico. No obstante, debemos tener en
cuenta que los juguetes son útiles desde el punto de vista psicológico en la
medida que favorecen el juego, no debiendo ser muy especializados ya que los
niños se cansan con rapidez de este tipo de juguetes. En ocasiones cuanto más
sencillo es el juguete, mucho mayor margen de creatividad para el niño ya que
le sirve para todo. El problema de muchos juguetes de los que se comercializan
es que son tan sofisticados que no permiten el desarrollo de la creatividad, al
obligar al niño a acomodarse a aquello para lo que el juguete fue construido.
A veces solo necesitamos un
espacio, o un corro de niños, o una barra de maquillaje, o un trapo colocado en
la espalda, o una silla, o un cartón, o un palo, etc... para desplegar la
bandera inagotable de la fantasía infantil porque es en este tipo de juegos
donde habitan los personajes que desde niños construimos, con la materia de la
que están hechos los sueños.
Para terminar recordar que los maestros y maestras
de educación infantil, tenemos que esforzamos por crear el ambiente lúdico, que
permita a nuestros alumnos el mayor desarrollo posible, y debemos de sentirnos
afortunados ya que somos las personas más privilegiadas dentro del apasionante
mundo de la enseñanza, por tener la inmensa oportunidad de educar niños y niñas
con unas potencialidades excepcionales, que configuraran las bases del futuro
desarrollo psicológico de la persona, y sobre todo de poder hacerlo jugando.