viernes, 6 de enero de 2017

Los niños y las niñas y sus mentiras

                 ¿Cómo deben de actuar los padres y los educadores?

                               Que los niños y las niñas se portan mal, de vez en cuando, y más de lo que nos gustaría a padres y educadores les gustaría, no es nada nuevo. Lo sorprendente sería en todo caso, que los pequeños siempre se comportaran de acuerdo a las normas que imperan en el hogar o en el colegio.
                               La principal tarea como educadores en este sentido, es que nunca pasen la línea que separa la confianza de la mala conducta y rebeldía.

                ¿Cuándo preocuparnos?

                               Los principales problemas conductuales en los menores aparecen en torno a los dos años de edad. En esta etapa, que se denomina, la del encuentro con el Yo, el niño o la niña comienza a experimentar el proceso que le llevará a la autoestima. Uno de los rasgos más comunes que acompañará al niño o a la niña durante años, es la capacidad para inventar, mentir o exagerar sobre situaciones.
                               Los expertos señalan como normales, los comportamientos negativos puntuales en un largo período de tiempo o etapa. Pero si los malos modos, contestaciones y obras, en general persisten en el tiempo más de lo que debieran, es cuando hay que ponerse manos a la obra.

                ¿Por qué mienten?

                La mentira es una característica propia de momentos de la infancia en los que el niño o la niña, por varias razones, decide emplear este recurso. ¿Por qué mientes los niño y niñas? Buena pregunta para la que existen varis teorías, todas ellas muy razonables, teniendo en cuenta que los pequeños no tienen madurez ni conciencia suficiente sobre las repercusiones de una mala conducta por tanto, actúan debido a otros condicionantes.
                Una de las tendencias psicológicas más importantes señala que los niños y las niñas mienten generalmente debido a la frustración. La frustración es un sentimiento que surge cuando ocurre algo que no esperábamos y que no es de nuestro agrado. Esto es el pan de cada día para muchos niños y niñas que tienen que cumplir ciertas normas que no les gustan. Comer cuando se lo diga la familia, hacer las tareas, escuchar al docente, etc.

                Hasta los cuatro años de edad, el niño o la niña sabe que cuando hace algo que le han prohibido previamente, va a ser reprendido o castigado, por lo que muchas veces decide ocultarlo o evitarlo. Es en torno a los seis o siete años cuando el niño o la niña empiezan a tener conciencia de que ha mentido y se siente mal por ello, pero decide no contarlo.

                Otras razones, más profundas, con respecto a la frustración de la que hablamos son:

·         Imitación a los mayores. Los niños y las niñas tienen a sus padres y madres ya los adultos en general, como referentes para lo bueno pero también para lo malo. Por ello, en muchos casos cuando mienten, es porque lo han visto previamente.

·         Para complacer a alguien. Es otra actitud muy recurrente en los menores, que también adquieren de los adultos. En las relaciones sociales florecen los cumplidos, los halagos e incluso, pequeñas mentiras, bien para complacer a una persona que nos interesa, bien para conseguir algo.

·         Para conseguir más atención. Si el niño o la niña no se siente debidamente atendido o escuchado en su entorno familiar, a menudo reaccionará fingiendo dolencias o mintiendo sobre hechos para generar expectación en sus padres o adultos cercanos le hagan caso. Lo que es aconsejable en estos casos, es dedicar más tiempo de atención y cariño hacia el niño o la niña. Así no sentirá la necesidad de recurrir a las exageraciones o mentiras.

·         Para evitar ser castigados o reprendidos. Es la principal razón que se esconde tras la mentira de un niño o una niña. Como decíamos, el menor va siendo conocedor de las repercusiones que tendrá su mala conducta, y por ello esconde la mentira todo el tiempo que pueda, o crea necesario, pues, en algunos casos se arrepienten y ellos mimos deciden contarlo debido a la presión externa.

De cualquier forma, hay que dejarles claro que siempre se preferirá la verdad, la honestidad y la humildad, antes que cualquier mentira, por pequeña que sea. Otro aspecto importante a destacar es que, si se enseña al niño o la niña a que será más reprendido si miente, que si dice la verdad, por muy “mala” que sea ésta, será mejor para todos y todas.


Si se sospecha que el niño o la niña es lo suficiente mayor para poder distinguir entre la verdad y la mentira, y no lo hace, la terapia psicológica le será de gran ayuda, esto suele ocurrir en casos muy puntuales.

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