La sombra de este árbol venerable
donde se quiebra y calma,
la furia de los vientos formidable
y cuya ancianidad inspira a mi alma
un respeto sagrado y misterioso;
cuyo tronco desnudo y escabroso
un buen asiento rústico me ofrece;
y que de hojosa majestad cubierto
es el único rey de este desierto,
que vastísimo en torno me rodea;
aquí mi alma desea
venir a meditar; de aquí mi Musa
desplegando sus alas vagarosas
por el aire sutil tenderá el vuelo.
(Extracto, José Joaquín Olmedo)
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