HABÍA UN PERRO QUE ACOSTUMBRABA A MORDER SIN RAZÓN.
LE PUSO SU AMO UNA CAMPANILLA PARA ADVERTIR A LA GENTE DE SU PRESENCIA CERCANA.
Y EL CANINO, HACIENDO SONAR LA CAMPANILLA, SE FUE A LA PLAZA PÚBLICA A PRESUMIR. UNA SABIA PERRA, YA AVANZADA EN AÑOS, LE DIJO:
-¿DE QUÉ PRESUMES TANTO, AMIGO? SÉ QUE NO LLEVAS ESA CAMPANILLA POR TU GRANDES VIRTUDES, SINO PARA ANUNCIAR TU MALDA OCULTA.
LOS HALAGOS QUE SE HACEN
A SÍ MISMO LOS FANFARRONES,
SOLO DELATAN SUS GRANDES DEFECTOS
(CARLOS R. G.)
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