lunes, 26 de febrero de 2018

Tartamudez

     Tartamudear es una dificultad voluntaria e inesperada en el curso fluido de la palabra.

  • Es una dificultad....no una enfermedad.
  • Puede ser cíclica...no por eso es más o menos leve.
  • Es involuntaria...no se puede evitar voluntariamente.
  • Se da en cualquier persona...y no implica discapacidad intelectual.
  • Se da más en el sexo masculino...es una proporción de 3 a 1.
  • Existe predisposición hereditaria...y no es contagioso ni se da por imitación
     Cuando escuchamos a un niño que tartamudea, sin pensarlo, como oyentes, nos sometemos a un esfuerzo añadido para recibir el mensaje que ese niño tiene deseos de decir y no lo que en realidad está diciendo.

     En el intento de evitar tartamudear aparecen numerosos multicomponentes, elementos visibles y audibles, tales como vacilaciones, repeticiones, prolongaciones, tensión verbal y corporal, aceleración, intensidad aumentada y/o disminuidad, modificaciones, bloqueos, etc. Estos elementos conforman una tartamudez con muestras de evitación.

     Siempre que el niño esté evitando tartamudear debemos intentar que acepte su tartamudeo para poder así introducir modificaciones en la conducta; si se trata de niños pequeños hablaremos de "dar menos saltitos porque nos subimos a la tortuga y vamos hablando con más lentitud", la idea es llevarlo a que tome conciencia.

¿Qué son los estilos comunicativos?

     Mucho se puede hacer desde el entorno de estos niños si somos conscientes de que las formas de comunicarnos con ellos pueden ayudarlos a hablar con más soltura. Si no tomamos conciencia de ellos y nos mantenemos al margen, podemos convertirnos en un obstáculo más que perturbe su fluidez.

     Es importante que se detecte la presencia de un perfil familiar de riesgo y, si existe, esa será la "punta del ovillo"; es decir, que debemos empezar por hacer modificaciones en el medio. Al decir medio no solo se incluye a la familia, sino todos los ámbitos y persona que frecuencia ese niño (amistades, docentes, profesionales, etc..);en lo posible se buscarán estilos comunicativos, sentimientos, pensamientos y acciones positivas que favorezcan la fluidez, y para ello se sugiere:
  1. Hablar con tranquilidad, sin prisas y sin gritar.
  2. No interrumpir, ni terminar lo que el otro inicia.
  3. Dar y respetar el lugar del otro y el tiempo que necesite para expresarse. De este modo reduciremos el nivel de exigencia.
  4. No corregirlo ni darle instrucciones (como por ejemplo:"para", "empieza de nuevo", "toma aire", "no te preocupes", después me lo dices...").
  5. Hacer pausas para dar tiempo al otro si quiere intervenir. 
  6. No hacer comentario sobre "cómo lo dice", mejor referirse a "lo que dice".
  7. Las miradas a los ojos facilitan la comunicaciones porque le confirman que lo tenemos en cuenta o que contamos con él.
  8. No hablar por él y ofrecer nuevas experiencias de intercambio verbal (teléfono, compras, juegos verbales, personas nuevas, en clase...)
  9. En edades tempranas se puede hacer prevención, esto indica que debemos acudir al especialista lo antes posible.
     Si bien la intervención fonoaudiológica debe ser lo más precoz posible en la Educación Infantil existen diferentes modalidades según se trate de la niño o del niño pequeño que tartamudea con mucha tensión y merece atención directa, o de la pequeña o pequeño que tienen dos o tres repeticiones sin tensión. En este último caso se debe trabajar con el entorno para que aprendan un modelo más relajado; lo que acabamos de describir es un tratamiento preventivo que procurará brindarles fluidez, comodidad al hablar, que tratará de minimizar tensiones y que le permitirá decir lo que quiera con las palabras que quiera.

     Hasta los 3 años podemos aceptar rupturas, repeticiones y prolongaciones siempre que se realicen sin tensión. A los 5 años suelen encontrase normalmente pausas, correcciones e interjecciones que no deben ser objeto de preocupación.

     Siempre que aparezcan manifestaciones con tensión y con esfuerzo es necesario intervenir, sea cual sea la edad del niño.

     En niños pequeños, hasta los 6/7 años, se trabaja para reestablecer la función fluidez. Más allá de los 8 años el tratamiento apunta al desarrollo de estrategias compensatorias.


A.M.F.
     

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