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martes, 21 de febrero de 2017

Miedos infantiles

El miedo constituye un fenómeno universal, no sólo en la especie humana, sino en la mayoría de las especies que habitan sobre la Tierra.

El miedo crea enorme malestar, perturbando las actividades cotidianas y si se trata de niños o adolescentes, puede dificultar significativamente su desarrollo personal y social, además de crear serios problemas para los padres.

Dado el carácter evolutivo que parece poseer el miedo, cada etapa del desarrollo del individuo se puede caracterizar por una serie de miedos específicos:

PRIMER AÑO (BEBÉ; 0-12 MESES):
Miedos más comunes: pérdida de apoyo, sonidos fuertes, las alturas, personas/objetos extraños, separación, objetos amenazadores (que aparecen súbitamente).
Observaciones: el miedo a los extraños puede persistir como timidez; suele sumarse al miedo de separación.

INICIO NIÑEZ (1-2,5 AÑOS):
Miedos más comunes: separación padres, extraños, tormentas, mar, pequeños animales, insectos.
Observaciones: el miedo a la separación de los padres se intensifica hacia los 2 años. En esta fase aparece el miedo a compañeros extraños.

PREESCOLAR (2,5-6 AÑOS):
Miedos más comunes: oscuridad, animales en general, quedarse solo/a, fantasmas, monstruos.
Observaciones: predominan los miedos a seres imaginarios (fantasmas, monstruos...). Aparecen los miedos a los animales salvajes.

NIÑEZ MEDIA (6-11 AÑOS):
Miedos más comunes: sucesos sobrenaturales, heridas corporales, daño físico, salud, muerte, escolares.
Observaciones: adquieren relevancia los miedos tipo sangre-inyección-daño, y los miedos relacionados con el colegio (rendimiento académico, compañeros, aspectos sociales.)

El miedo a la separación surge ante una situación amenazante o cuando no está la madre, entonces el niño experimenta ansiedad y miedo. Por ejemplo, cuando el niño no quiere ir al colegio, porque es una situación diferente a la de su entorno familiar, y no está la madre para protegerlo. Este problema surge cuando las madres son demasiado protectoras con sus hijos, no dejándoles libertad para explorar por ellos mismos el entorno que les rodea. Pero si por el contrario, la madre le proporciona protección y reconoce la necesidad de independencia del niño, esto dará como resultado que el niño se sienta querido, apreciado y va a tener mayor autoconfianza, favoreciendo un desarrollo personal y social positivo con el resto de sus compañeros.

Algunos niños tienen miedo a ir al médico, una forma de controlar esta situación, consiste en explicarles que el médico es su amigo y que va a ayudarle a ponerse bien; por lo general, el pediatra suele jugar con el niño para que se relaje y se sienta más seguro. Es importante darle una recompensa al niño después de la visita al pediatra, y decirle que se ha portado muy bien, de esta forma irá perdiendo progresivamente el miedo.

El miedo a los fantasmas, a la oscuridad o a los monstruos, suele estar producido por la información que recibe el niño de los medios de comunicación, de las películas y de los juegos violentos que se encuentran actualmente en el mercado; sería recomendable que el niño viera dibujos o películas, donde se valore el compañerismo, las relaciones positivas con los demás, la comprensión, etc. Otra forma de reducir este tipo de miedo, sería dejar una pequeña lamparita encendida en el cuarto del niño, de esta forma, si se despierta en mitad de la noche, podrá ver que está en un lugar seguro.

Otro tipo de miedo muy frecuente en los niños, es el denominado terror nocturno, que ocurre en el primer tercio de la noche; el niño suele despertarse de manera agitada, llora, tiene temblores y es difícil de conseguir que se calme. Es un miedo totalmente normal, aunque en algunas ocasiones se suele relacionar con cansancio o estrés. Lo mismo ocurre con las pesadillas, aunque éstas se producen en el segundo tercio de la noche.


La familia, en definitiva, es el entorno prioritario donde el niño se va a ir desarrollando en todos los aspectos. Es muy importante que exista un buen clima familiar ( por ejemplo, jugando con él, escuchándole, dejando que él, de vez en cuando elija su propia ropa, para que vaya desarrollando su capacidad de opinión y crítica) y a partir del cual, se impulse al niño a relacionarse con otros niños ( por ejemplo, en su barrio, en el colegio), y bajo la atenta mirada de los padres, dejar que el niño explore todo aquello que le llame la atención, favoreciendo el desarrollo de su independencia, de la confianza en sí mismo.

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