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domingo, 21 de agosto de 2016

El juego, el mejor método

La metodología didáctica, es el conjunto de decisiones que organiza la actividad escolar. Consistirá por tanto en un proceso de selección de estrategias y formas de actuación que nos responderán a la pregunta de ¿Cómo enseñar a nuestros alumnos?
Para todos aquellos que habitualmente compartimos experiencias, actividades y procedimientos con alumnos/as de educación Infantil, se nos hace habitual una organización de las tareas diarias basada en juegos.



¿Pero en qué radica la importancia del juego en la Educación Infantil?

Huizinga, nos dice, que la actividad de jugar es tan antigua como la humanidad, así las comunidades primitivas celebraban sus ritos y misterios sencillamente en forma de juegos. En la decoración de los templos funerarios egipcios se observan niños que saltan por encima de una hilera de jugadores, o formando una ronda alrededor de un compañero.

Paulette Lequeux nos describe como en las tumbas se han encontrado trompos, pelotas y otros objetos de juego. En las pinturas de vasijas griegas podemos ver niños y niñas jugando a la rayuela, columpiándose, jugando al escondite, etc. El columpio y el yoyo han representado al ave desde la antigüedad más remota en las fiestas de la fecundidad y de la primavera.

A lo largo de los siglos las creencias han ido evolucionando, desapareciendo o perdiéndose en la memoria de los tiempos, pero el juego ha perdurado, convirtiendo a los niños en los depositarios de las costumbres más ancestrales.

Huizinga nos llega a decir que la CULTURA, en sus fases primordiales es juego, y se desarrolla en el juego y como juego. Y sólo a medida que la cultura se desarrolla, el elemento lúdico va deslizándose al fondo, cristalizando esta en el saber, la poesía, la música, la danza...
Será por ello que la forma de actividad esencial de un niño sano consiste en el juego. Jugando, el niño o la niña toma conciencia de lo real, se implica en la acción, elabora su razonamiento, su juicio, a través del juego expulsa y domina sus miedos, sus angustias, sus temores y problemas internos, en definitiva mediante el juego el niño aprende a vivir y ensaya la forma de actuar en el mundo.




El niño estaría jugando todo el día si fuese posible, ellos quieren jugar, y los educadores de infantil debemos establecer las condiciones más óptimas para que puedan jugar, y deben jugar la mayor parte de su permanencia en la escuela, porque no se puede hablar de juego sin hablar de aprendizaje. Ya que incluso los aprendizajes considerados por los adultos como serios, se pueden desarrollar como juegos, porque en estas edades no hay ninguna oposición entre juego y trabajo. Ya los psicólogos empíricos definían el juego como la expresión de una capacidad madura de la imaginación, y argumentaban que para el niño, pintar, modelar, dibujar, no son trabajos sino juegos. Y grandes pedagogos como Rousseau y Comenio han afirmado que el juego es el método más eficaz de aprendizaje.

Los valores del juego son muchos y muy importantes:

 • El juego es un acto social. Los niños jugando generan amistad, y conductas que les unen a otros niños.

 • Favorece la responsabilidad: Al jugar establece reglas y limitaciones.
 • Favorece la curiosidad y el deseo de experimentar con objetos.
 • Ayuda a la superación de la agresividad y la frustración.
 • Desarrolla el lenguaje en todos sus niveles.
 • Desarrolla la autonomía: El propio niño establece las condiciones de juego y los códigos de conducta.
 • A través de ellos integra progresivamente normas de orden derivadas de las conductas de recoger los juguetes.
• A través de los juegos psicomotrices desarrolla el equilibrio, controla y coordina los sentidos y el propio cuerpo.
• A través del juego y con materiales apropiados, se adquieren los primeros conceptos matemáticos, tales como la conservación de la cantidad, las nociones numéricas, las relaciones causa-efecto...


Resumiendo, mediante el juego el niño desarrolla su imaginación, el razonamiento la observación, la asociación y comparación, su capacidad de comprensión, expresión y de relación. la motricidad, los sentidos, las facultades intelectuales y la adquisición de hábitos sociales y de cuidado de sí mismo, contribuyendo como ninguna otra actividad a su formación integral.

Pocas veces, como ocurre con los juegos, se cumplen tan cabalmente las condiciones exigidas por la verdadera actividad didáctica. Marginar el juego es privar a la educación de uno de sus instrumentos más eficaces. Se debe emplear éste como recurso metodológico básico, incorporándolo como génesis de la motivación para los aprendizajes y como forma de favorecer aprendizajes significativos.

En la escuela utilizaremos todo tipo de juegos: juegos de ejercicio o motrices, simbólicos, de construcción, de reglas, juegos matemáticos, musicales, dramatizaciones, que permitan el desarrollo de las diferentes inteligencias: lingüística, física, matemática, espacial, musical... Y por supuesto que permita el trabajo de forma individual y colectiva.

El jugar lleva aparejado casi siempre el uso de juguetes y material lúdico. No obstante, debemos tener en cuenta que los juguetes son útiles desde el punto de vista psicológico en la medida que favorecen el juego, no debiendo ser muy especializados ya que los niños se cansan con rapidez de este tipo de juguetes. En ocasiones cuanto más sencillo es el juguete, mucho mayor margen de creatividad para el niño ya que le sirve para todo. El problema de muchos juguetes de los que se comercializan es que son tan sofisticados que no permiten el desarrollo de la creatividad, al obligar al niño a acomodarse a aquello para lo que el juguete fue construido.



A veces solo necesitamos un espacio, o un corro de niños, o una barra de maquillaje, o un trapo colocado en la espalda, o una silla, o un cartón, o un palo, etc... para desplegar la bandera inagotable de la fantasía infantil porque es en este tipo de juegos donde habitan los personajes que desde niños construimos, con la materia de la que están hechos los sueños.

Para terminar recordar que los maestros y maestras de educación infantil, tenemos que esforzamos por crear el ambiente lúdico, que permita a nuestros alumnos el mayor desarrollo posible, y debemos de sentirnos afortunados ya que somos las personas más privilegiadas dentro del apasionante mundo de la enseñanza, por tener la inmensa oportunidad de educar niños y niñas con unas potencialidades excepcionales, que configuraran las bases del futuro desarrollo psicológico de la persona, y sobre todo de poder hacerlo jugando.

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